Europa limita los biocombustibles convencionales para transporte al 7%

may 28, 2015
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Enviado por: Troposfera
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Después de una compleja negociación que ha durado dos años y medio, el Parlamento Europeo ha aprobado finalmente la nueva Directiva que limita al 7 por ciento el uso de biocombustibles elaborados a partir de cultivos alimentarios para el transporte en 2020.

Aunque la medida no cuenta con el beneplácito de la mayoría de las partes implicadas, lo cierto es que, de momento, esta decisión pone el punto y final a una situación de inestabilidad e incertidumbre en el sector que, sobre todo, ha afectado negativamente a la realización de inversiones en nuevos desarrollos.

El uso del maíz, el trigo, la remolacha o la colza para la elaboración de biocombustibles lleva levantando ampollas desde hace años. Diferentes estudios publicados en la última década ponen de manifiesto que el uso de este tipo de cultivos pone en peligro la seguridad alimentaria, aumenta el precio de los alimentos y contribuye a acelerar el cambio climático. También hay estudios que consideran que los agrocombustibles contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y se presentan como una oportunidad para el desarrollo rural de ciertos países del Sur.

Decisión con "claroscuros"

La polémica sobre los beneficios o perjuicios del uso de este tipo de cultivos en la producción de biocombustibles seguirá coleando, pero Europa ha tomado una decisión que, para la Asociación de Empresas de Energías Renovables (Appa) "está llena de claroscuros". Según Manuel Bustos, director de la sección de Biocarburantes de Appa, "esta normativa se basa en unos fundamentos científicos muy débiles para justificar esta limitación del 7 por ciento; aunque, por otra parte, que la limitación sea del 7 y no del 5 por ciento como propuso la Comisión Europea en su momento nos parece una mejora relevante y más realista". De hecho, "si no se hubiera elevado el límite, no se podría cumplir el objetivo de que el 10 por ciento del combustible usado para el transporte en 2020 proceda de fuentes renovables.

Por otra parte, Europa ha decidido no tomar en consideración el cambio indirecto del uso de la tierra (ILUC, en sus siglas en inglés) en el cómputo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), aunque los proveedores de combustible tendrán que informar cada año a los Estados de las emisiones indirectas ILUC de los biocarburantes que comercialicen.

En opinión de Bustos, "otra de las mejoras es el reconocimiento de que se pueden hacer biocarburantes con materias primas de primera generación con bajo riesgo de ILUC si se adoptan ciertas medidas agrícolas que habrá que concretar. Hace unos días hemos recibido el borrador del estándar RSB, el primero que se está preparando en la UE, para certificar biocarburantes con bajo riesgo de ILUC, un elemento que formará parte de este sistema voluntario de certificación de la sostenibilidad que se aprobará próximamente".

Lo que sí nos parece injustificado, comenta Bustos, "es haber elevado los coeficientes de multiplicación para el cálculo de la contribución de la electricidad procedente de fuentes de renovables consumida por el transporte ferroviario electrificado y los vehículos eléctricos de carretera". En el caso de los vehículos eléctricos, Europa ha decidido que la electricidad consumida se multiplicará por 5, cuando la Directiva de Renovables prevé multiplicarla por 2,5. En el caso de los trenes, la electricidad renovable que consuman se multiplicará por 2,5. Según Bustos, "esto facilitará de manera artificial el cumplimiento del objetivo del 10 por ciento".

Biocombustibles de microalgas

Otra de las cuestiones que también recoge la nueva Directiva es un objetivo voluntario de biocarburantes avanzados, -residuos o algas-, del 0,5 por ciento. Una medida positiva, en opinión de Appa, pero insuficiente. "Consideramos que el objetivo debería ser obligatorio y más elevado -en torno al 2,5 por ciento- y que también debería incluir los aceites usados de cocina y grasas animales como materia prima para la producción de biocarburantes".

La producción de biocombustibles a partir de microalgas se presenta como una de las alternativas con más futuro en el sector de los biocombustibles. Hace cuatro meses aterrizaba en España Algamoil, una compañía europea que ofrece proyectos llave en mano de plantas de cultivo de microalgas para la fabricación de aceite vegetal para la producción de biocombustibles y otros subproductos. En su sede central, en Módena (Italia), cuentan con un centro de investigación avanzada donde desarrollan y controlan todos los proyectos industriales que se realizan en el mundo bajo sus patentes de tecnología, con las cepas de los cultivos que han desarrollado.

En nuestro país la compañía ha contactado con varias empresas que se han mostrado interesadas en este tipo de factorías. "Nuestra previsión es que podamos tener entre tres y cinco contratos firmados en España el primer año, para alcanzar los 10 ó 15 contratos a partir del segundo año", asegura su consejero delegado, Carlos Puyol.

Leer noticia en fuente original: eleconomista.es